¿Cómo puede usted mantenerse joven y productivo, especialmente en tiempos como los que nos enfrentamos hoy? Hay diez maneras de hacerlo:
Manténgase aprendiendo. Si usted deja de aprender, comenzará a envejecer. El desaliento es una de las principales herramientas del Enemigo. Él quiere pararnos en seco. Pero cuando estamos decididos a seguir adelante y a aprender algo nuevo, sus planes se descarrilan rápidamente. Si usted se encuentra ahora en una situación difícil, pídale al Señor que le dé una promesa de esperanza. Después de esto, comience a tener la confianza de que Él dará respuesta a sus necesidades, leyendo y estudiando las vidas de los hombres y las mujeres de la Biblia.
Manténgase amando a Dios y a las personas. Él nos dice: “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Dt 6.5). Observe que esto incluye nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestro bienestar físico. Él nos bendecirá cuando nuestros corazones estén puestos en Él —lo cual implica aprender a amar a los demás y dejarnos amar por ellos. También implica perdonar a quienes nos hieran. Si usted desea experimentar plenamente el amor de Dios, no puede aferrarse al pasado o al resentimiento. Amor incondicional es lo que Dios le da, y eso es lo que Él quiere que usted dé a los demás.
Manténgase riendo. La risa es uno de los mejores remedios para curar la tristeza, el desánimo y la desilusión. Libera sustancias químicas en el cerebro que ayudan a levantar el ánimo. Físicamente, nos relaja, y alivia la tensión y el estrés. Creo que Jesús fue una persona feliz que reía mucho; por la Biblia podemos ver que a la gente le gustaba estar con Él. La gente se siente naturalmente atraída por las personas cuyos rostros reflejan amor y regocijo. Caleb y Josué descansaban en el cuidado de Dios, y creo que la risa fue una parte de su camino a la bendición.
Manténgase olvidando. Fórmese el hábito de olvidar los fracasos y las frustraciones. Las personas que están constantemente mirando hacia atrás no pueden avanzar. En vez de alimentar remordimientos por cosas que sucedieron años atrás, aprenda a vivir en el presente y a tener un gran sueño en cuanto al futuro. Dios quiere que usted aprenda de sus errores, pero también que siga avanzando. Las palabras de Pedro nos alientan a poner todas nuestras preocupaciones y ansiedades sobre el Señor (1 P 5.7). O quedamos atrapados por el pasado, o podemos avanzar hacia la libertad, la esperanza y la promesa, confiando en que Dios va a responder las oraciones más genuinas de nuestros corazones.
Manténgase anhelando. El Señor puso un sueño en el corazón de Caleb, y pasara lo que pasara, el sueño permanecería. ¿Hubo momentos en que su fe fue puesta a prueba? Probablemente sí. Como la mayoría de nosotros, pudo haberse preguntado si alguna vez volvería a ver la Tierra Prometida. Pero no se dio por vencido. Usted no tiene que rendirse ante las dudas o los temores. El poder creador de nuestra mente es un don de Dios. Cuando usted deja de utilizarlo, comienza a envejecer. Siga adelante, ¡sueñe en grande y vea como Dios hace lo imposible en su vida!
Manténgase mirando hacia Dios. ¿Quiere usted que sus sueños se clarifiquen? ¿Desea tener una orientación segura? ¿Anhela usted saber más acerca de sí mismo, del Señor, y de este mundo? Entonces debe alzar su mirada al cielo. Mire hacia Dios, y observe las maneras como Él actúa en su vida. Alguien me dijo recientemente que no creía haber visto a Dios en su trabajo. Yo le dije: “Sí, si lo ha visto. Usted llegó a trabajar sin tener ningún accidente esta mañana, ¿no?”
Manténgase trabajando. Caleb nunca despertó con la idea de jubilarse. Se mantenía ágil y activo. La gente tiene todo tipo de problemas, y muchos de éstos tienen que ver con las presiones del trabajo. Dios nos dio el concepto del trabajo para tener la sensación de haber logrado algo (Gn 2:15). Él sabe que el trabajo y el ejercicio nos ayudan a mantenernos jóvenes y mentalmente alertas. Hace algún tiempo conocí a una dama muy especial, la señorita Bertha Smith, quien fue misionera en China durante 40 años. Tenía más de 90 años cuando regresó del campo misionero. Un día le dije: “Usted, de verdad, sí que se mantiene ocupada”. Ella respondió: “Me mantengo ocupada por Jesús. Estoy esperando que Él venga en cualquier momento”. ¡Después descubrí que tenía previsto seguir dando conferencias hasta que cumpliera 105 años! Entonces pensé: Si ella puede seguir, yo puedo hacer lo mismo por muchos más años. Tenga una visión de lo que Dios quiere que haga, si usted se pone a disposición del Señor, Él le usará de maneras que nunca soñó posibles.
Manténgase apoyado en Dios. Si Caleb hubiera tomado la decisión de volver a la Tierra Prometida confiando en sus propias fuerzas, jamás lo habría logrado. Por saber que el Señor era la fuente de sus fuerzas, tuvo su confianza y su apoyo puestos en Él.
Manténgase usando un lenguaje positivo. Lo que usted dice con su boca, y lo que sus oídos oyen, queda registrado en su cerebro. El resultado final es el siguiente: su cuerpo responde de acuerdo a esto. Frases como: “Me estoy poniendo viejo”, “pienso que ya no estoy para muchos trotes”, son derrotistas. Todos nosotros notamos cambios físicos que indican que estamos envejeciendo, pero no tenemos que dejar que nuestra edad afecte nuestra alegría, nuestra felicidad, nuestro trabajo y nuestro ministerio. El salmista escribió: “El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro… Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes” (Sal 92.12, 14). Usted puede permanecer joven y productivo, pero para hacerlo tiene que pensar de la manera correcta.
Manténgase escuchando. Si usted desea permanecer joven y vigoroso, debe tomar la resolución de escuchar la voz de Dios. Él nos sigue hablando por medios de su Palabra. Cuando escuchamos su voz, descubrimos cosas acerca de nosotros que nadie más puede ver.
Caleb mantuvo sus oídos abiertos a las órdenes de Dios. ¿Cómo lo sé? Porque al enterarse que los israelitas se pusieron en marcha para entrar a la Tierra Prometida, estuvo entre los primeros para servir. Más tarde, cuando llegó el momento de distribuir la tierra y recibir lo que le había sido prometido, dio un paso al frente, y dijo: “Dame, pues, ahora este monte… Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió”. ¿Tiene usted la misma actitud de Caleb? Usted puede tenerla, pero debe tomar la decisión de pensar positivamente y seguir aprendiendo, amando, riendo, olvidando, mirando, trabajando, apoyándose en Dios y escuchando.
El Señor le dio a Caleb un sueño. ¿Se mantendría centrado y motivado, o dejaría que su corazón estuviera agobiado con las preocupaciones de la vida?
fuente:avanzapormas.com
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